Crítica Invitada


La crítica invitada

A los que les interese el ejercicio de la crítica encontrarán aquí un espacio. El material elegido es libre y el texto no debe superar una página. Naturalmente serán elegidas aquellas que consideremos más interesantes y la selección no es objetable. No habiendo materiales potables puede haber semanas donde la sección no se publique.

Los materiales publicados se mantendrán en archivo consultable.

Crítica Nº3

           Al final todo tiene que ver con el amor. 

Rodolfo Guillén

Dos manos se encuentran en la tabla de una mesa. Dos miradas se hacen cómplices en el momento más impensado. Dos voluntades toman el mismo rumbo por un segundo e inician el viaje.

Orva plantea un drama sencillo, la complejidad está en la situación… en los personajes. Ella, decide dejar toda su vida y crearse de nuevo a sí misma en un país extranjero. Él, introduce abruptamente a su casa, a su cama, a sus sueños, a su vida a ella; pero ante la inmediatez y premura de las decisiones ¿el amor es suficiente?
 








 La autora de la manera más sutil nos envuelve en el dilema de todos los días, de la generación, de un mundo globalizado, de seres que están en búsqueda pero sobre todo retrata y cuestiona la construcción del amor de dos culturas; la de ella… la de él.

La mirada de Orva está en las cosas simples, en los asuntos cotidianos y con ellos nos cuenta el interior de dos mundos que han decidido vivir una vida juntos, con esto Myriam pone sobre la mesa que el amor no es suficiente dada la invención que los individuos han construido sobre dicho tema. Así la pieza revela a dos personajes pasionales, que están dispuestos a vivir hasta las últimas consecuencias la llama del enamoramiento y que conforme pasa el tiempo… las estaciones… se perciben extraviados en los brazos del ser amado.



Heimweh/Estaciones es un pedazo de vida que expone a dos seres que se aman profundamente y quieren hacer y decir tanto pero sólo logran balbucir como un par de idiotas.

La dirección de escena está a cargo de Isael Almanza, la lectura que nos ofrece sobre la obra es fresca, propositiva y mesurada. Entiende el universo de la autora, acompaña a los actores en la travesía del drama y en su trabajo toma en cuenta al espectador. Almanza suma al drama un imaginario atractivo, es decir, el diseño de sus trazos en la escena están en la búsqueda de un sentido estético, que hace contraste con la situación. Estamos ante un joven director que muestra trabajo, oficio y sobre todo una búsqueda entre el realismo y el lenguaje para llevarlo a la escena.

En la escena Sabugal y Guzmán crean silencios, momentos, miradas, complicidad y sin más nos internan en su mundo, en la historia. Sabugal es una actriz que se permite indagar en sus miedos, en sus lugares más incómodos y se pone en riesgo en todo momento. Gonzalo Guzmán tiene un trabajo complicado actoralmente a primera vista, interpretar a un extranjero, pero decide de una manera inteligente dar más importancia al mundo interior de un hombre en dicha situación y ¡vaya!... es teatro y aquí se aplaude el desempeño actoral que el hiperrealismo a la hora del casting. Dos actores que están edificando una carrera interesante, aspirantes a ser dos animales escénicos.

La concepción espacial y el diseño de luz presumen de lucidez, de buena lectura, de sumar las sugerencias y dotar de poesía a la puesta en escena. Xicoténcatl Reyes a cargo del diseño sonoro propone a la dirección de escena matices, temperatura, pero sobre todo su aportación da forma y contenido al diseño escénico.

Asistir a Heimweh /Estaciones es comerse un dulce de ficción en un sábado por la tarde antes de hacer la noche.
Dramaturgia: Myriam Orva
Dirección de escena: Isael Almanza
Elenco: Paulina Sabugal y Gonzalo Guzmán
Teatro La Capilla.
Todos los sábados hasta el 1° de marzo de 2014

 

Crítica Nº2

ZOÓNGORO BAILONGO

 Y OTROS BICHOS RAROS

Por Diego Alvarez Robledo.







Zoóngoro Bailongo es una obra que no fue creada para El Bicho, pero bien podría haber sido. La sencillez de sus convenciones y la complejidad de sus sonidos hacen eco en las paredes de este foro. Dos tríos, uno de son jarocho y uno de actores, interpretan historias y cancionesen un espacio íntimo. Ésa es la primera virtud: desde la cercanía con el público, esta orquesta ambiental de músicos y actores da rienda suelta a la fantasía. A los ojos atentos de los niños, un pedazo de papel se convierte en rana, otro en felino; con esa sencillez tejen una historia con momentos mágicos, momentos emotivosy una estructura de fábula.

Es una historia que todos conocemos. La ciudad  crece y a su paso destruye la naturaleza. Un día, la selva se está incendiando. Los animales que habitan ahí tienen que salvar su hogar. La moraleja estriba sobre algunos de los temas más importantes en la actualidad, la voracidad del ser humano: la selva está a salvo, pero tardará más de cien años en recuperarse; es la huella que dejamos a nuestro paso. En una época en la que los ecosistemas marinos, los manglares y las selvas de Veracruz están en grave peligro, el son jarocho adquiere una melancolía actual y pertinente, sin perder su naturaleza juguetona. Los niños se conmueven pero nunca se angustian, a fin de cuentas, entienden la moraleja; me parece crucial que en esta época el teatro hecho para ellos no sólo trate estos temas, sino que realmente pueda transmitírselos. Ahí está otro gran acierto. Esto se logra, también, porque la orquesta se adapta a la perfección al contenedor en el que se encuentra.


La obra arranca con una luz fría que se enciende sobre un puño en la oscuridad del Bicho, se escucha un zumbido. El puño revolotea bajo la luz fría de un led como una mosca brillante. Comienza la ficción.
Cada día, cientos de bichos pasan desapercibidos frente a tus ojos. En la vida azarosa y caótica de la ciudad nadie los nota; es fácil olvidar las hojas de los árboles, las jardineras, las jacarandas u otras flores de estación que riegan su color entre las grietas de las calles. Al norte de la colonia Roma hay calles que ya no se parecen a las que describió el recientemente difunto Pacheco.Hoy están rodeadasde zonas culturales, habitacionales, comerciales, empresariales, bares, restaurantes, y en general los lugares más concurridos y desbordados, donde la juventud del DF se desahoga sin miramientos. En las aceras, llenas de movimiento, los transeúntes pasan sin desviar la mirada, el tráfico humea y la máxima preocupación es  encontrar lugar de estacionamiento. Nadie tiene tiempo siquiera para pensar en insectos; y sin embargo ahí, en el epicentro de ese caos, Hari Sama y Úrsula Prunedadecidieron emprender un proyecto del que no todos salen bien librados.
En una época en la que los teatros del INBA, el Helénico o la Secretaría de Cultura del DF reciben más de 200 carpetas al año, hay una realidad evidente: hay mucho teatro y pocos espacios para presentarlo. Cientos de egresados de las escuelas de teatro se enfrentan a esta realidad año con año. Muchos definitivamente dejan el teatro. Lejos de los subsidios, El Bicho es uno de los pocos espacios autogestivos del DF, que además enfrenta un riesgo mayor al programargrupos jóvenes, aún con poco reconocimiento. En su corta vida, la popularidad de este foro ha ido en aumento. Semana con semana, se mantiene una afluencia constante de público, y este público, también poco a poco, comienza a distinguirse del que asiste a otros teatros. El hecho de que hasta ahora se haya mantenido este éxito me parece admirable. Esto es resultado de una buena curaduría.
 Zoóngoro Bailongo aprovecha la naturaleza del Bicho. El público está conformado, mayoritariamente, por padres e hijos; muchos son vecinos de la zona, otros vienen de lejos. Desde antes de entrar al foro, los niños son invitados a dibujar con crayolas en unas mesas pequeñas, dispuestas en la banqueta. Sus dibujos de animales serán desplegados sobre la pared más adelante, como decorado para la función. Por una parte, esto los mantiene entretenidos en esos largos minutos de espera, por otra parte, invita a los transeúntes a interesarse por este lugar y por la obra en sí. Aprovechando la baja afluencia de los fines de semana, los padres y madres residentes de la zona salen a pasear. Las familias que no tenían idea de la existencia del foro, o de la obra, se muestran interesadas a su paso, y así, se contribuye, poco a poco, a generar comunidad con distintos públicos. Otra de las necesidades imperativas del teatro mexicano en la actualidad.



La compañía que se presenta está conformada por otros bichos raros. A pesar de que la obra fue producida por Teatro UNAM, el grupo es responsable de moverla en la actualidad, y por ahora son autosuficientes. Todos egresados del CUT, muestran una vitalidad que me parece crucial para las nuevas generaciones: rompen con los roles arcaicos de la producción teatral para involucrarse de lleno en el proyecto, casi todos asumen más de una función. Uno de los directores forma parte de la orquesta (Carlos López Tavera), la otra directora (Isabel Toledo) es al mismo tiempo su propia asistente de dirección, dos de los actores son productores (José Juan Sánchez e Itzel Aparicio). El grupo se completa con la actriz Belén Aguilar y los músicos Víctor Reyes y Pablo García. Todos son talentosos, pero sobre todo se prestan al juego y saben jugar en conjunto. Esto se refleja en escena. Quizás lo más notable es la cohesión con la que el grupo funciona: los actores y el trío jarocho tejen una ficción al unísono; los músicos generan el universo sonoro que en todo momento apoya la actuación, los actores cantan junto con los músicos y en un momento climático los músicos irrumpen en escena. Ritmo y armonía en todo momento.
Contra la sencillez aparente de la propuesta, está la sofisticada orquestación, las texturas visuales y auditivas que genera el ensamble. Al final, el juez definitivo es el público, y el público más difícil: los niños. La historia de Zoóngoro implica en muchos momentos un reto para ellos, el lenguaje es bello, pero complejo, la historia es enredada y en general la obra mantiene un paso acelerado. Sin embargo, con la destreza del grupo, niños de edades diversas se mantienen atentos durante la función, por momentos incluso hechizados; al final, queda la impresión de que todos se van con algo valioso.


Zoóngoro Bailongo estará presentándose en Foro el Bicho, los sábados y domingos, a la 1 pm, hasta el 2 de marzo.



 

 DIEGO ÁLVAREZ ROBLEDO
NUESTRO CRÍTICO INVITADO DE LA SEMANA



 

Crítica Nº1

Después de la guerra me encontré a Segismundo












Por Rodolfo Guillén.
Hablar sobre las cosas simples, es complicado. La situación: un extranjero está esperando en la oficina de migración entrar al país. Con esto Bosco Brasil crea una historia emocionante, divertida en el sentido complejo. Esta diversión está en la trama cuando se vuelve impredecible y no tienes idea de hacia dónde va la historia pero aún así no puedes dejar de mirar la escena. El autor habla de temas incendiarios, del poder y del horror del ser humano, un fugitivo del régimen nazi, viaja a Brasil en busca de una nueva vida lejos de los recuerdos de la segunda guerra mundial ¿La migración es un acto de evolución?, ¿Cuál es el dolor de los migrantes? Nuestro personaje huye de una guerra, una guerra interna, huye de la conciencia de que él salvó su vida a costa de perder a los seres que le daban sentido cada día. Un hombre derrumbado, que intenta seguir adelante, espera junto con el hombre a cargo de la oficina, las nuevas directrices para los tiempos de paz ¿Quién dictará estas directrices?, ¿En base a que se deciden?, ¿Cuáles son los poderes fácticos que se impondrán en estas nuevas directrices? La obra de Bosco es una ola de preguntas sobre el sentido, la guerra y la paz.

La dirección de escena es sobria, prudente y se concentra en los actores, en sus silencios, en la mirada, en el trazo, pero sobre todo en sus pensamientos. Figueroa nos cuenta una historia compleja de una manera sencilla y rigurosa,  se detiene en el diseño de cada diálogo, lo comprende y lo transmite a sus actores. Al parecer es un director que escucha y da plataforma firme para que sus actores edifiquen castillos. Tiene dos pedazos de actores que se baten en el escenario. El trabajo de Le Gargasson es intuitivo, preciso y te permite entender el mundo interior por el que está pasando el extranjero (el extraviado) Falconi hace lo propio, por momentos le falta comprender la escena y menos fuerza física, el horror ya está planteado en la historia lo único que hay que hacer (qué nos es cosa sencilla) es la voluntad de comprometerse con ese mundo de la desesperanza. El diseño sonoro está a cargo de Xicotencatl Reyes y Dulce Mariel que propone sumar al imaginario que propone la obra, en atmósferas, colores, acentos y remata como los grandes. La iluminación es un asunto interesante ya que se hace muy protagonista en la puesta y distrae en lugar de sumar.








Nuevas directrices para los tiempos de paz es una puesta en escena honesta, sencilla, de mucho teatro y sobre todo que arroja sentido para seguir después de la catástrofe.
Al final arrojo las siguientes preguntas para crear un diálogo ¿Cuántas formas hay para montar una obra realista?, ¿Esta puesta en escena puede ser más brutal para los espectadores y en qué radica?
Sin más los invito a ver esta puesta en escena y a diseñar más pregunta ante un trabajo comprometido.
RODOLFO GUILLEN.
Nuevas directrices  para los tiempos de paz
Puedes ver esta obra del 23 de enero al 16 de febrero  de Jueves a Domingo en el Teatro Orientación
Si quieres saber más de esta obra entra a: nuevasdirectricesparalostiemposdepaz.blogspot.mx


 Rodolfo Guillen





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